”El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como
él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere
después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo
que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. ”
Durante las décadas de 1940 y 1950, las ideas de Jean Paul Sartre eran muy
populares, y el existencialismo fue la filosofía preferida de la generación
beatnik en Europa y Estados Unidos. En 1948, la Iglesia Católica listó todos
los libros de Sartre en el Index Librorum Prohibitorum. La mayoría de sus obras
de teatro están llenas de símbolos que sirven de instrumento para difundir su
filosofía. La más famosa, Huis Clos (A puerta cerrada), contiene la famosa
línea: «L'enfer, c'est l´Autre» («El infierno es el Otro»). El Otro —en francés
tiene un alcance universal y casi metafísico— como otredad, como alteridad
radical.
Además del impacto de La náusea, la mayor contribución literaria de Sartre
fue su trilogía Los caminos de la libertad, que traza el impacto de los eventos
de la pre-guerra en sus ideas. Se trata de una aproximación más práctica y
menos teórica al existencialismo. Sobresale también su famoso ensayo sobre
Gustave Flaubert: El idiota de la familia. Es un minucioso y voluminoso texto
relativo al autor de Madame Bovary, donde Sartre examina cómo brota el deseo de
escribir. Comparto con ustedes esta interesante entrevista. Comenten
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