La Niña de los Fósforos es
una metáfora sobre el apego de la fantasía ante el dolor, algo parecido a un
aliciente equivalente a cualquier enganche material o espiritual que tendemos a
utilizar en momentos difíciles de nuestra
existencia, en el cuento al final
pinta a la muerte como una victoria sobre lo demás. Historias como esta nos obliga
a reflexionar sobre la otra cara de la
navidad, para unos ostentosa, para otros miserable.
Hans Christian Andersen nació el 2 de abril de 1805 en Odense,
Dinamarca. Su familia era tan pobre que en ocasiones tuvo que dormir bajo un
puente y mendigar. Era hijo de un zapatero, instruido pero enfermizo, y de una
lavandera de religión protestante. Andersen dedicó a su madre el cuento “La
pequeña cerillera”, por su extrema pobreza, así como “No sirve para nada”, en
razón del alcoholismo que padecía el padre.
Desde muy temprana edad Hans
Christian mostró una gran imaginación que fue alentada por la indulgencia de
ambos padres y por la superstición de la madre. En 1816 murió su padre y
Andersen dejó de asistir a la escuela; se dedicó a leer todas las obras que podía
conseguir, entre ellas las de Ludwig Holberg y William Shakespeare.
Posteriormente trabajó para
Jonas Collin, director del Teatro Real, quien le pagó sus estudios. Aunque
desde 1822 publicó poesía y obras de teatro, su primer éxito fue “Un paseo
desde el canal” de Holmen a la punta Este de la isla de Amager en los años
1828. Su primera novela, “El improvisador”, o “Vida en Italia” (1835), fue bien
recibida por la crítica. Viajó por Europa, Asia y África y escribió muchas
obras de teatro, novelas y libros de viaje.
Un día de 1844 escribió:
“Hace veinticinco años llegué con mi atadito de ropa a Copenhague, un muchacho
desconocido y pobre: y hoy tomé chocolate con la Reina
Sus cuentos para niños continuaron apareciendo hasta 1872, cuando las últimas
historias fueron publicadas en navidad. Durante la primavera de ese año,
Andersen sufrió una caída desde su propia cama, lo que le produjo heridas
graves. Nunca volvió a recuperarse del todo, y el 4 de agosto de 1875 murió en
la casa llamada Rolighed, cerca de Copenhague donde está enterrado.
RECONOCIMIENTOS
Hans Christian Andersen recibió en vida muchos honores. En 1866 el rey de
Dinamarca le concedió el título honorífico de Consejero de Estado y en 1867 fue
declarado ciudadano ilustre de su ciudad natal. En su honor, desde 1956 se
concede, cada dos años, el premio Hans Christian Andersen de literatura
infantil y, desde 1966, también de ilustración.
En 1976, el Astrónomo Nicolai Chernykh bautiza en honor a este escritor al
asteroide 2476.
La maestría y la sencillez expositiva logradas por Andersen en sus cuentos contribuyeron a la rápida popularización de éstos, sus más de 150 cuentos infantiles lo han llevado a ser reconocido como uno de los grandes autores de la literatura mundial.
Él usó un estilo para un lector infantil, con un lenguaje cotidiano y la expresión de los sentimientos e ideas del público infantil. Entre sus más famosos cuentos se encuentran:
La pequeña cerillera
La sirenita
El Patito Feo
La Princesa y el Frijol
La reina de las nieves
Las zapatillas rojas
El sastrecillo valiente
La sirenita.
Han sido traducidos a más de 80 idiomas y adaptados a obras de teatro, ballets, películas, dibujos animados, juegos en CD y obras de escultura y pintura.
Las ediciones de Andersen se cuentan por miles. Destacamos:
La historia de una madre, 2004 cuento.
Cuentos completos, Anaya, 2005; Cátedra,
2005.
El cuento de mi vida, De la Torre,
2005, autobiografía.
Viaje por España, Alianza, 2005.
El improvisador, Nórdica, 2009,
novela.
CRÉDITOS DEL AUDIO
Voz: Dunia Rodríguez
Realización: Juan Manuel Guzmán, para radio UJAT-107.3
F.M. de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
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2 comentarios:
Hola. Este es un cuento bonito, pero a la vez muy triste, reflejo de lo que muchos niños viven en el mundo y la indolencia del resto... Bueno para reflexionar...
Me gusto mucho aunque se que este cuento se vive en la realidad porque los vemos hoy en día.
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