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Niños Héroes de Chapultepec



Se le llama Niños Héroes a un grupo de cadetes mexicanos que murieron en la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847 durante la Guerra mexicano-americana.

La historia oficial posterior, se dio por primera vez en 1852 y con mayor notoriedad en el Porfiriato y en 1947 deformó en distintas etapas con fines nacionalistas los hechos para destacarlos, mucho de lo cual se erigió bajo la forma de un mito heroico.

Desde la segunda mitad del siglo XIX se colocó bajo esta denominación a 6 cadetes del Ejército Mexicano: Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Juan de la Barrera, Juan Escutia y Vicente Suárez.
El argumento principal del mito heroico históricamente conformado, descansa en que estos seis cadetes y otros 40 habían recibido la orden de Nicolás Bravo de abandonar el Castillo de Chapultepec, por entonces sede del Colegio Militar, y sus alrededores. Sin embargo, decidieron quedarse a defender la plaza ante el avance del Ejército de los Estados Unidos.
Diversos pasajes de ese relato se han colocado en el imaginario social como hechos auténticos sin tener sustento histórico alguno, entre los que se cuentan la participación de los seis cadetes en el hecho de armas, de lo cual solo se tiene plena certeza en el caso de Melgar, Montes de Oca y Suárez. Asimismo dentro del mismo relato heroico, con el paso de los años y muchas décadas después, fueron incluyéndose detalles ficticios, tales como que estos cadetes fueron los últimos en morir en la batalla, que ante la carencia de municiones mataron a bayoneta calada a soldados estadounidenses, y quizá el más popular en México, que Melgar, luego Montes de Oca y finalmente Juan Escutia al ver perdido todo, se lanzó al vacío envuelto en la bandera mexicana para impedir que los estadounidenses se apoderaran de ella y murió en los riscos de las faldas del cerro de Chapultepec.

Investigaciones de 1947 hechas por el Ejército Mexicano, de las cuales se carece de respaldo documental público y de protocolo científico, identificaron siete cráneos en los llamados Ahuehuetes de Miramón como los de los cadetes, las cuales fueron colocados en medio de ceremonias oficiales en el Altar a la Patria, un monumento en las faldas del castillo, junto a los del coronel Felipe Santiago Xicoténcatl. No existe certeza científica de que estos restos pertenezcan, en efecto, a los cadetes.

La formación del mito
Las dos décadas siguientes serán poco específicas con la actuación de los cadetes. En 1847 el parte de guerra menciona la valentía de Melgar, Montes de Oca y Suárez. En 1848 la obra Apuntes para la guerra entre México y los Estados Unidos de Ramón Alcaráz menciona que "algunos alumnos" del Colegio Militar defendían la bandera mexicana. En 1852 el entonces director del Colegio Militar Mariano Monterde recordaría por primera vez a los cadetes que murieron en la batalla como "niños".


Los Niños Héroes
Derivado de estas narraciones, se inició el reconocimiento de los siguientes personajes: 

Cadete Francisco Márquez Paniagua.

El cadete Francisco Márquez (Edad al morir 12 años).
Murió en el castillo cuando un grupo de soldados se le acercó conminándolo a rendirse, pero él disparó a uno, a quien mató para luego ser asesinado por los tiros de otros.

Fernando Montes de Oca (Edad al morir 18 años).
Murió en el marco de una puerta la cual defendía, en la cual cayó cuando un soldado estadounidense logró pasar por una ventana y matarle por la espalda.

El teniente del Cuerpo de Ingenieros Juan de la Barrera (Edad al morir 19 años con 3 meses). Murió en la defensa del hornabeque ubicado al sur del cerro, en donde luego fueron encontrados seis cadáveres que fueron identificados como los Niños Héroes.

Juan Escutia (Edad al morir 20 años).
Según el historiador José Manuel Villalpando no era cadete, como se ha demostrado en un estudio reciente, sino seguramente un soldado del batallón de San Blas. Su nombre completo era Juan Bautista Pascacio Escutia Martínez.

Murió en la ladera poniente del cerro, ubicado como tirador en lo alto del acantilado, donde fue herido por una bala y cayó, quedando sobre una roca, a la cual le fue colocada una placa conmemorativa en 1970.

El cadete Vicente Suárez (Edad al morir 14).

Murió en su puesto de centinela en la escalera de honor peleando a bayoneta contra los estadounidenses.

El cadete agregado Agustín Melgar (Edad al morir 18).

Murió al día siguiente. Este se había parapetado detrás de unos colchones en el dormitorio del colegio donde, acabado su parque, dispuso su bayoneta en el fusil y se lanzó a la lucha cuerpo a cuerpo, de donde resultó herido de varios disparos y bayonetas.

Los mitos de los Niños Héroes

El mito más extendido es el considerarlos niños ya que la mayoría estaba en lo que modernamente considerada adolescencia y temprana adultez, además de que para la época no era infrecuente que a los 15 años los varones se casaran y formaran una familia propia.



Monumento a los Niños Héroes en Jalisco.

El segundo es el mito del suicidio del cadete Juan de la Barrera o Juan Escutia, según sea la fuente que se consulte. El más popular es el segundo, en donde Juan Escutia, envuelto en la bandera nacional que ondeaba en lo alto del Colegio Militar, se lanza y se suicida para evitar que la bandera de México cayera en manos de los estadounidenses; a pesar del enorme simbolismo que ha tenido dentro de la historia mexicana, en realidad esa bandera fue tomada por los estadounidenses y fue trofeo de guerra en la Academia Militar de West Point, para luego ser devuelta a los mexicanos en 1952 (con motivo de la inauguración del Altar a la Patria) junto con otras banderas mexicanas tomadas durante la guerra de 1847, pero siendo especial la tomada ese día.

Al parecer la historia del suicidio nació durante la ceremonia de conmemoración de 1878 cuando Manuel Raz Guzmán en un poema épico en la conmemoración de la Batalla del Molino del Rey, narró en forma poética como Agustín Melgar (y no Juan Escutia o Juan de la Barrera).
…pero tú, Melgar … rodeado de enemigos les disparas tu arma, y no teniendo esperanza, antes que rendirte te envuelves en el pabellón nacional y presentas tu pecho juvenil a las balas del invasor …
Nunca menciona que se había arrojado y menos que lo hubiera hecho envuelto en la bandera, fue una forma de decir que estaba abrigado y abrigando a la nación, la forma fue gratamente recibida por el público y se fue desarrollando hasta quedar casi como la realidad del hecho, sobre todo por el trabajo de José Peón y Contreras.








Créditos del audio
Información tomada de Wikipedia y «Los niños héroes y sus mitos», libro de Alejandro Rosas.
Locución: Mayra Salmerón y Arnulfo López
Guion: Centro de Comunicación
Realización: Juan Manuel Pérez Guzmán para RADIO UJAT 107.3 FM de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

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