Luis Rosado Vega, orgullo para
Yucatán
Canciones: “Peregrina” y
“Golondrinas yucatecas”
EL AUTOR
Es un domingo soleado, en el parque central las mujeres caminan luciendo su sencillo pero hermoso huipil, con bordados que resaltan el corte cuadrado del cuello y el borde del vestido, la mayoría calzan sandalias, y para protegerse del sol se cubren con un rebozo.
Los hombres se desplazan en sentido contrario, visten pantalón blanco de corte recto, filipina de fina tela, algunos usan sombreros de jipijapa, es 10 de junio, empiezan las fiestas en honor a San Antonio de Padua, patrono del bello pueblo de Chemax, que en idioma maya significa "árbol de monos", y es aquí, en esta localidad situada en el oriente del estado de Yucatán, México, que el 21 de junio de 1873, nace Luis Rosado Vega. Escritor, periodista, poeta y político.
En 1900 Rosado Vega ya era redactor de “La Revista de Mérida”. Bajo la protección y dirección de Don Delio Moreno Cantón, maestro de periodistas, escritor, poeta y dramaturgo que también trabajaba en dicha revista, Don Luis fue adquiriendo experiencia y comenzó a destacar como cronista informativo y crítico de arte; con el tiempo llegó a ser uno de los directores de esta revista.
De su pluma no sólo salían crónicas, sino también hermosos poemas llenos de sentimiento y, bajo el seudónimo de “Maese Ventura”, colaboró en todos los periódicos y revistas literarias de esa época. También participó en publicaciones de otros estados de la república, así como de Cuba, Sudamérica y España.
Hacia el año 1912 Luis Rosado Vega abordó el género novelesco. Fruto de esta inquietud literaria nace “María Clemencia”, una novela romántica.
Don Luis conocía y amaba a su tierra, publicó en 1934 dos libros de leyendas “El Alma Misteriosa del Mayab” y “Amerindmaya". En 1937 el autor estuvo en Quintana Roo y conoció la forma nada agradable en que transcurría la existencia de los chicleros, de ahí nació la novela “Claudio Martín, vida de un chiclero” y en 1938 publicó “Lo que ya pasó y aún vive”, un libro sobre sus recuerdos.
Su producción literaria fue fecunda, algunas de sus obras fueron llevadas al teatro. La primera fue “Callejeras”, “La ofrenda de Venus”, la ópera maya “Payambé” evocación de la tierra del Mayab, poema dramático con música de Fausto Pinelo Río que se estrenó con mucho éxito, en Mérida en 1928 y en México en el Teatro Arbeu en 1929.
Nuestro autor tenía una inspiración de contrastes, así como creaba situaciones dramáticas también manifestaba su humorismo genial, por eso fue capaz de abordar el teatro cómico regional y cosechar sonados triunfos.
Aunque su trayectoria como periodista y escritor fue brillante, como poeta fue superior. Su primer libro de poemas: “Sensaciones” (1902), poemario “Alma y Sangre” (1906), “Libro de ensueño y de Dolor” (1907), “Vaso Espiritual” (1919), “En los Jardines que encantó la Muerte” (1936).
Como hemos podido apreciar en este breve resumen; Luis Rosado Vega desbordó sus versos y así se fue ganando el prestigio y un sitio de honor en la poesía local y nacional. En su tiempo, Luis Rosado Vega, Ricardo Mimenza Castillo y Antonio Mediz Bolio fueron la trilogía de los mejores poetas de la literatura yucateca.
DE PEREGRINA
Independientemente de sus otros méritos literarios, fue ampliamente conocido en México por ser el autor del poema “Peregrina” (la música es del famoso compositor yucateco, Ricardo Palmerín) Felipe Carrillo Puerto, gobernador de Yucatán, le pidió a Don Luis un poema para obsequiarle a la periodista Alma Reed, corresponsal del New York Times quien fue enviada para escribir acerca de la expedición de antropólogos y arqueólogos que se harían cargo de los trabajos de investigación y rescate en Chichén Itzá.
En 1952, el propio Luis Rosado Vega, con la modestia que le era característica, narra en el cancionero Clemens, dirigido por Rubén Peniche Díaz, la romántica historia de cómo surgió esta canción:
"La letra fue simple
consecuencia de una lluvia primaveral. Llovió copiosamente una tarde, y esta
lluvia auspició una noche espléndida. Teatro, la Casa del Pueblo durante un
festival. Concluido éste, nuestro inolvidable Felipe Carrillo Puerto, Alma Reed
–la singular, por bella, periodista norteamericana, pero del sur de los Estados
Unidos, o sea de San Francisco, California– y yo debíamos asistir a un convivio
en la casa del maestro Filiberto Romero, director de la Escuela de Música”.
Prosigue Don Luis Rosado:
“En el auto iba Alma sentada
entre Felipe y yo. Entramos en el suburbio de San Sebastián. Con el aguacero de
la tarde la tierra había abierto sus entrañas, y despedía de ella misma ese
grato y sugestivo aroma de la tierra cuando acaba de ser fecundada por la
lluvia, Alma dilató el pecho como para absorber a pleno pulmón aquellas
fragancias y dijo: ¡Qué bien huele!
Le salí al paso con una frase
simplemente galante:
–Todo huele bien porque usted
pasa. Tierra, flores, quisieran besarla y por eso llegan a usted con sus
perfumes.
Dijo Felipe al punto:
–Eso se lo vas a decir en un
verso.
Contesté:
–Se lo diré en una canción.
“Alma rio argentinamente. Así reía. Concluido el convivio y ya en mi casa, compuse la letra. No podía olvidar a Ricardo Palmerín. En la mañana siguiente lo busqué y se la di. Dos días después ya había nacido la canción. Y eso fue todo”.
SUS POEMAS
"Peregrina de ojos claros
y divinos
y mejillas encendidas de
arrebol,
mujercita de los labios
purpurinos
y radiante cabellera como el sol.
Peregrina que dejaste tus
lugares,
los abetos y la nieve, y la
nieve virginal,
y viniste a refugiarte en mis
palmares
bajo el cielo de mi tierra, de mi tierra tropical.
Las canoras avecitas de mis
prados
por cantarte dan sus trinos si
te ven,
y las flores de nectarios
perfumados
te acarician y te besan en los labios y en la sien.
Cuando dejes mis palmares y mi
sierra,
peregrina del semblante
encantador,
no te olvides, no te olvides
de mi tierra;
no te olvides, no te olvides
de mi amor".
El poema “Golondrinas yucatecas” de Luis Rosado Vega con música de Ricardo Palmerín es valorada como una destacada composición lírica que nos hace vibrar a lo largo de su interpretación y que tiene mucha fuerza musical.
"Vinieron en tardes
serenas de estío,
cruzando los aires con vuelo
veloz,
en tibios aleros formaron sus
nidos,
sus nidos formaron piando de
amor.
¡Qué blancos sus pechos!, sus
alas qué inquietas,
¡qué inquietas y leves!, y
abriéndose en cruz,
y cómo alegraban las tardes
aquellas,
las tardes aquellas bañadas en luz.
Así en la mañana jovial de mi
vida
llegaron en alas de la
juventud
amores y ensueños como
golondrinas,
como golondrinas bañadas de luz.
Más trajo el invierno su
niebla sombría,
la rubia mañana, llorosa se
fue,
se fueron los sueños y las
golondrinas,
y las golondrinas se fueron
también".
Durante varios años Rosado Vega vivió en la ciudad de México, hasta que vencido, fatigado y triste retornó a su tierra para ya no salir nunca más; al pasar el tiempo y con muchos años encima, fue víctima de una dolorosa enfermedad que no le impidió seguir siendo poeta y que se lo entregó a una de sus musas favoritas: LA MUERTE.
El 31 de octubre de 1958 a los ochenta y cinco años, falleció Don Luis Rosado Vega a la una y veinte de la tarde en el sanatorio de la quinta “La Ibérica”. Curiosamente, en un día dedicado a los difuntos.
La inspirada obra de Luis Rosado Vega fue un orgullo para Yucatán. Su nombre figura en antologías nacionales, la primera de las cuales fue “Parnaso de México” en 1919, y en las de toda Hispanoamérica. También es nombrado en numerosas Enciclopedias. Sus restos mortales fueron trasladados al monumento “Creadores de la Canción Yucateca” en el cementerio general.
Referencias:
https://www.trovadores-yucatecos.com/Luisrosadovega.html
https://www.guiaturisticamexico.com/municipio.php?id_e=31&;id_Municipio=02131
https://www.museodelacancionyucateca.com/2016/05/03/luis-rosado-vega/
Corrección de estilo: Xchel Aurora P. Palafox y Aurora Palafox León.
Logística en redes y apoyo técnico: Jairo León Pérez Palafox.
Realización: Juan Manuel Guzmán.
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