“Muerte,
ese es el gran sueño que tengo desde el día en que nací, porque la vida me ha
matado poco a poco con su imagen oscura, la cual no puedo dejar de ver.”
-La
vida de Horacio Quiroga, siempre estuvo marcada por la tragedia, los accidentes
de caza y los suicidios.
-Cuando Horacio tenía dos meses y medio, su padre murió al
dispararse accidentalmente con una Barret calibre 50 que llevaba en la mano.
-La
alegría que le provocó la aparición de su primer libro “Los arrecifes de coral,
poemas, cuentos y prosa lírica”, publicado en Buenos Aires en 1901, se vio
trágicamente opacada —una vez más— por las muertes de dos de sus hermanos,
Prudencio y Pastora, víctimas de la fiebre tifoidea en el Chaco.
-El funesto año de 1901 guardaba aún otra
espantosa sorpresa para el escritor. Su amigo Federico Ferrando, se encontraba
con Horacio, quien inspeccionaba un arma, de pronto se le escapó un tiro que
impactó en la boca de Federico, matándolo instantáneamente.
-En
1915 su esposa Ana María Cires de Quiroga se suicidó con veneno después de una violenta
pelea con el escritor, dejando a Horacio y a sus 2 hijos sumidos en la más
oscura desesperación.
-El 19
de febrero de 1937, Horacio Quiroga bebió un vaso de cianuro que lo mató pocos
minutos después entre espantosos dolores.
EL AUTOR
Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació en Salto, Uruguay, el 31 de diciembre de 1878 –cuentista, dramaturgo, político y poeta. Fue el maestro del cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista. Sus relatos breves, que a menudo retratan a la naturaleza como enemiga del ser humano bajo rasgos temibles y horrorosos, le valieron ser comparado con el estadounidense Edgar Allan Poe.
Hizo sus estudios en Montevideo, capital de Uruguay hasta terminar el colegio secundario. Estos estudios incluyeron formación técnica (Instituto Politécnico de Montevideo) y general (Colegio Nacional), y ya desde muy joven demostró un enorme interés por la literatura, la química, la fotografía, la mecánica, el ciclismo y la vida de campo.
Simultáneamente
también trabajaba, estudiaba y colaboraba con las publicaciones La Revista y La
Reforma. Poco a poco, fue puliendo su estilo y haciéndose conocido. Durante el
carnaval de 1898, el joven poeta conoció a su primer amor, una niña llamada
María Esther Jurkovski, que inspiraría dos de sus obras más importantes: “Las
sacrificadas” y “Una estación de amor”.
Horacio
Quiroga abrazó la narración breve con pasión y energía. Fue así que en 1904
publicó el notable libro de relatos “El crimen de otro”, fuertemente influido
por el estilo de Edgar Allan Poe, durante dos años posteriores Quiroga trabajó
en multitud de cuentos, muchos de ellos de terror rural, pero otros en forma de
deliciosas historias para niños pobladas de animales que hablan y piensan sin
perder las características naturales de su especie.
En los
años posteriores Quiroga se iría convirtiendo
en un famoso y prestigioso autor, cuyos escritos eran buscados ávidamente por
miles de lectores.
En 1919
Horacio Quiroga obtiene dos importantes
ascensos en el escalafón consular (primero a cónsul de distrito de segunda
clase y luego a cónsul adscrito) al mismo tiempo llegó también su nuevo libro
de cuentos, “El salvaje” y en 1920 funda la Agrupación Anaconda, un grupo de
intelectuales que realizaba actividades culturales en Argentina y Uruguay.
Entre
1922 y 1924, Quiroga participó como secretario de una embajada cultural en Brasil
(cuya Academia de Letras lo distinguió especialmente) y, de regreso, vio
publicado su nuevo libro: “El desierto” (cuentos).
Por
mucho tiempo el escritor se dedicó a la crítica cinematográfica, teniendo a su
cargo la sección correspondiente de la revista Atlántida, El Hogar y La Nación.
También escribió el guion para un largometraje («La jangada florida») que jamás
llegó a filmarse.
En su
vida literaria Quiroga cultivo la
amistad de Leopoldo Lugones y José Enrique Rodó, la infatigable labor de
Quiroga en el ámbito literario y cultural le granjeó también la amistad y admiración de grandes e
influyentes personalidades. De entre ellos se destacan la poeta argentina
Alfonsina Storni y el escritor e historiador Ezequiel Martínez Estrada. Quiroga
llamaba cariñosamente a este último «mi hermano menor».
Corría
el año de 1935 Quiroga comenzó a experimentar molestos síntomas, aparentemente
vinculados con una prostatitis u otra enfermedad prostática. Al intensificarse
los dolores y dificultades para orinar, su esposa logró convencerlo de
trasladarse a Posadas, ciudad en la cual los médicos le diagnosticaron
hipertrofia de próstata.
Pero
los problemas familiares de Quiroga continuarían: su esposa e hija lo
abandonaron definitivamente, dejándolo —solo y enfermo— en la selva. Ellas
volvieron a Buenos Aires, y el ánimo del escritor decayó completamente ante
esta grave pérdida.
Cuando
el estado de la enfermedad prostática hizo que no pudiese aguantar más, Horacio
viajó a Buenos Aires para que los médicos tratasen sus padecimientos. Internado
en el prestigioso Hospital de Clínicas de Buenos Aires a principios de 1937,
una cirugía exploratoria reveló que sufría de un caso avanzado de cáncer de
próstata, intratable e inoperable.
Desesperado
por los sufrimientos presentes y por venir, y comprendiendo que su vida había
acabado, Horacio Quiroga en la madrugada del 19 de febrero de 1937 bebió un
vaso de cianuro que lo mató pocos minutos después entre espantosos dolores. Su cadáver fue velado en la Casa del Teatro de
la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) que lo contó como fundador y
vicepresidente. Tiempo después, sus restos fueron repatriados a su país natal.
Hipersensible
y excitable, dado a amores imposibles, frustrado en sus empresas comerciales
pero aún así emocional y sumamente creativo, Quiroga abrevó en su propia vida
trágica y en la naturaleza a la que estudió y padeció, con su férrea voluntad
de trabajador y su sutil mirada de minucioso observador para construir una obra
narrativa a la que la mayor parte de los críticos consideraron poéticamente
autobiográfica.
Tal
vez Quiroga fue capaz de susurrar sus propias palabras al oído, aunque a veces
el murmullo se transformó en un grito desesperado.
SUS LIBROS
Los
arrecifes de coral (poemas, 1901)
El
crimen del otro (cuentos, 1904)
Los
perseguidos (cuentos, 1905)
Historia
de un amor turbio (novela, 1908)
Cuentos
de amor de locura y de muerte (cuentos, 1917)
Cuentos
de la selva (cuentos infantiles, 1918)
El
salvaje (cuentos, 1920)
Los
sacrificados (teatro, 1920)
El
desierto (cuentos, 1924)
La
gallina degollada y otros cuentos ( 1925)
Los
desterrados (cuentos, 1926)
Pasado
amor (novela, 1929)
Más
allá (cuentos, 1935)
Créditos
Locución: Dunia Rodríguez, Marina Gómez
Carrera
Dramatización: Lázaro Palma Salaya,
Mayra Salmerón y Juan Manuel Guzmán
Guion: equipo creativo del CECOM
Realización: Juan Manuel Pérez Guzmán, para RADIO UJAT 107.3 F. M. de
la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
El almohadón de plumas
Las Medias de Los Flamencos
La Gallina Degollada
1 comentario:
Excelente trabajo, muy trágica la vida de este escritor uruguayo, creo que en mucho de su obra se vio reflejada esa faceta fúnebre. Sin embargo, tiene cuentos muy bonitos relacionados con la naturaleza :)
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