José Doroteo Arango Arámbula nació en San Juan Río,
Durango, México el 5 de junio de 1878. Con su nacimiento se empieza a tejer la
historia de su seudónimo; Francisco Villa o Pancho Villa figura como uno de los
jefes de la Revolución mexicana, cuya actuación militar fue decisiva para la
derrota del régimen del entonces presidente Victoriano Huerta. ¡Vamos a revivir
una página de nuestra historia!
EL ORIGEN
Entre varias versiones acerca del origen de Pancho
Villa se encuentra la siguiente:
Doroteo Arango se encontraba fugitivo de la ley por
un hecho que aconteció en 1894. Uno de los hijos de Laureano López Negrete,
propietario de la Hacienda Sombreretillo donde trabajaba, violó a su hermana
mayor. En represalia, Doroteo tomó un revólver y disparó contra el
terrateniente, fugándose a las montañas, donde pasó la mayor parte de su tiempo
hasta 1910, sobreviviendo primero solo, para luego ser rescatado por una
pandilla de bandidos encabezada por un hombre llamado Francisco Villa, quien lo
recogió y lo alimentó. Así, Arango empezó a operar con esta pandilla asaltando
pueblos y delinquiendo. Francisco Villa (jefe de la banda) antes de morir, nombró
a Arango como jefe de la pandilla de bandidos. Fue entonces cuando Arango
cambió su nombre a «Francisco Villa».
Sus biógrafos coinciden en que Doroteo Arango,
perseguido por el asesinato del agresor de su hermana, cambió de nombre y
adoptó el de Pancho Villa, apellido que le correspondería si su abuelo Jesús
Villa hubiera reconocido como legítimo a Agustín Arango, su padre, y como
medida para ocultar su identidad.
EMPIEZA SU CARRERA MILITAR
En 1910, ya con el nombre de Pancho Villa se unió
al movimiento maderista, primero a través de su compadre Eleuterio Soto, y
después mediante Abraham González, con quién tenía vínculos comerciales. En ese
entonces era nada más un cuatrero y en la mejor denominación un guerrillero sin
causa; sin embargo, al conocer a Abraham González, representante político de
Francisco I. Madero en Chihuahua, recibió de este la educación básica que le
hizo abrir los ojos al mundo político y cambiar su visión sobre su propia vida
y su relación con los que estaban en el poder. El 17 de noviembre de 1910 atacó
la Hacienda de Cavaría; desde ese mismo día se dedicó a reclutar gente para sus
tropas.
El accionar revolucionario de Villa se dio durante
sus primeros años principalmente en el estado de Chihuahua, en el norte de
México, donde su ideal consistió en frenar el abuso que ejercían los hacendados
sobre los campesinos y en derrocar a los grupos establecidos en el poder
público.
Por su importancia y valor literario e histórico,
comparto con ustedes una de las figuras que han desmenuzado la trayectoria
vital y militar del Centauro del Norte, la escritora, bailarina y coreógrafa
Nellie Campobello, de quien hemos elegido el siguiente fragmento que aparece en
su “Obra Reunida”, volumen en el que se incluye “Apuntes sobre la vida militar
de Francisco Villa”
Nellie Campobello |
TESTIMONIO
Durante una larga temporada
asistí diariamente a la calle de Abraham González 31, aquí en México, y pude
hacer apuntes. Hazañas de guerra en todos sus aspectos; su vida de soldado.
Después hablé con algunos de sus dorados, José Nieto, Ismael Máynez, quienes me
dieron todos los datos que les pedí. Por carta, otro dorado, Pedro Dávila, me
dio información valiosísima. El distinguido y famoso escritor norteño señor
Martín Luis Guzmán, quien ahora tiene parte del archivo, y fue villista, me ha
aclarado y dado datos importantísimos para estos apuntes.
He ido a conocer varios lugares
donde se dieron algunas de las batallas. Mi deseo era saberlo todo –imposible
deseo- aquí sólo constan algunos de los hechos de armas de la vida de un
guerrero; única que vivió Francisco Villa, conductor de hombres de guerra; en
otro aspecto no existe.
La verdad de sus batallas es la
verdad de su vida. Al acercarme a través de la historia a los hechos de armas
de los grandes generales del mundo, encuentro situado a Francisco Villa como el
único genio guerrero de su tiempo, uno de los más grandes de la historia; el
mejor de América y después de Gengis Kan, el más grande guerrero que ha existido.
Hago constar que este Francisco
Villa nada tiene que ver con el protagonista de tantas historias falsas y
leyendas ridículas. La persona a la que se refieren estos apuntes tuvo una vida
ejemplar como soldado. Dio batallas gloriosas las más y las mejores habidas en
México. Hizo innovaciones prácticas de la caballería en batalla y le dio nuevas
formas a la infantería, enriqueciendo los recursos de la guerra.
De dónde surge el hombre de
guerra
Leva. Cuerda. La Acordada. El
Chaco. Los hombres de los poblados huían al oír estos nombres y la Acordada se
iba detrás de ellos. Villa sabía esto y otras cosas más, por eso a los
diecisiete años pagaba con su sangre el haber nacido fuerte y rebelde. El monte
fue su refugio: sus amigos, otros hombres jóvenes que huían por la misma causa.
Entre ellos estaban José Beltrán, Rosendo Gallardo, Sabás Martínez y otros
cuyos nombres se oscurecen allá lejos en las arrugas de la sierra donde los
lobos aúllan. Su rebeldía era clara y limpia; las aves también la sienten
cuando la mano del hombre las aprisiona. Ellos la demostraban con el rifle en
la mano, en momentos en que las gentes de ideas, los intelectuales, los
escritores, no podían hablar, ni estar unificados, como sucedió después.
Aquellos pequeños grupos peleaban
por acabar con las injusticias que cometían las autoridades en los pobres de
las rancherías. Mataban rurales, asustaban a los jefes políticos y a los ricos.
Robaban animales sin dueño, el ganado salvaje nacido allí, perteneciente a
quien primero lo tomaba. De estas mismas manadas se surtían los Terrazas, los
Creel y demás ricos privilegiados que sólo cumplían con el requisito de
estamparles el fierro de la familia.
Así vivían y así comían: todo en
defensa propia, como los rebeldes de cualquier época. Bandidos los llamaban los
hombres del Gobierno, así se moteja a cuantos luchan contra una dictadura.
La calumnia contra Francisco
Villa ha cundido. Su vida solitaria y miserable, de constante rebeldía, ha sido
tema de las mentes inquietas que insisten en explicar lo inexplicable para el
mismo Villa. Villa huyó por ese miedo que todos los jóvenes pobres tuvieron a
la leva. Después era imposible regresar. La vida de los hombres contrae
compromisos que sólo ellos entienden y resuelven, compromisos incomprensibles
como la vida misma, que son porque la vida es.
En 1910 Francisco Villa continuó
su rebeldía en las ciudades. Vino sonriente, con la seguridad que sólo tienen
las gentes que han sufrido. México presentaba el aspecto de una cárcel: sus
hijos estaban encadenados. Los hombres que gobernaban eran fuertes. Villa,
siguiendo a Francisco I. Madero, supo que con palabras y manifiestos nada se
haría, porque el pueblo no sabía leer, los esclavos ignoraban la palabra
libertad. Los mineros sabían que sus pulmones se les salían por la boca, que
sus piernas se les encogían por el reuma, que sus hijos tenían las canillas
flacas y los ojos pelones, sabían muchas cosas tristes.
Aunque la leyenda recompuesta
diga y afirme, antes de esa época no existió Francisco Villa. Indudablemente,
del muchacho rebelde de 1893 nacía el bravo coronel de 1911, pero Francisco
Villa, el que conociera el mundo, el que vino a defender los ideales del pueblo
y a ser el jefe militar de la Revolución armada de México, ése nació en 1910,
vestido de amarillo y llevando un sombrero ancho, con listón tricolor en la
copa y unas cananas fajadas en cruz.
La Revolución lo utilizó primero
como capitán, que a su vez junta a otros capitanes que han de ayudarlo a
formar, dos años después, el primer gran ejército nacido del pueblo de México.
Sus valientes capitanes iban por todos lados levantando gente; unos traían diez
hombres, otros veinte, otros cincuenta; los mismos capitanes daban facultades a
sus amigos para que reunieran gente, caballos, rifles.
Poco a poco fue creciendo aquella
columna. Era 1911. El soldado Pancho Villa, el rebelde de 1893, estaba allí
encabezando a sus hombres. Por fin, sus sueños de libertad iban a discutirse
con baterías potentes. Por fin, su rebeldía de quince años había encontrado
eco: ahora ya no estaba solo, tenía ochocientos hombres que llevaban ocho
cananas por cabeza, pertrechados y vestidos de amarillo; eran una columna
dorada: así decía la blanca tierra del desierto de Chihuahua y cada uno valía
por diez de los mejores. En sus manos traían la vida de sus enemigos. Los
soldados del pueblo pedían venganza. “Podían temblar los caciques, los
elegidos, los enriquecidos con los dolores del pueblo”. Estas o parecidas
palabras repiten ahora los patriotas, los viejos que hoy pasean su cabeza
blanca por los campos que ayer regaron con su sangre de adolescentes e
idealistas”. NELLIE
CAMPOBELLO
MUERE EL PERSONAJE, EMPIEZA LA LEYENDA
Francisco Villa, para algunos, delincuente, violador,
asesino, guerrillero, para muchos, héroe, mártir, revolucionario y el también llamado
“Robin Hood mexicano”, por dar a los pobres lo que expropiaba de los ricos,
murió el 20 de julio de 1923. Fue asesinado en una emboscada en Hidalgo del
Parral, Chihuahua. Su homicidio se
atribuye al entonces presidente Álvaro Obregón y al sucesor, el también general
Plutarco Elías Calles. Temían del apoyo que Villa le podía dar a Adolfo de la
Huerta, que aspiraba a suceder a Obregón en la Presidencia.
Referencias:
-Libro
apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa, publicado en 1940 por la
editorial Ediapsa, de Martín Luis Guzmán.
-https://es.wikipedia.org/wiki/Pancho_Villa
https://www.milenio.com/cultura/pancho-villa-quien-era-realmente-biografia
-https://culturacolectiva.com/historia/pancho-villa-el-origen-de-una-leyenda
Créditos
del audio
-Locución: Dunia Rodríguez, Maricela
González y Juan Manuel Guzmán
-Guion: área Creativa del CECOM
-Corrección
de estilo: Aurora
Palafox León, Xchel Aurora P. Palafox.
-Logística
en redes y apoyo técnico: Jairo León Perez Palafox.
-Realización: Juan Manuel Pérez Guzmán para
radio UJAT 107.3 F. M. de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario