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“Los Altares de Día de Muertos en Tabasco”


Aquí estoy para vivir

mientras el alma me suene,

y aquí estoy para morir,

cuando la hora me llegue,

en los veneros del pueblo

desde ahora y desde siempre.

Varios tragos es la vida

y un solo trago es la muerte.



Miguel Hernández  

“Los Altares ”

La ofrenda del Día de Muertos se coloca en un altar elaborado ex profeso. Aunque muchas personas levantan sus altares en forma sencilla, integrándolos con las imágenes de los santos de la devoción de los difuntos, en honor de los que se levanta el altar, fotografías de éstos, velas, flores y la ofrenda propiamente dicha, es decir, las comidas y bebidas favoritas de los difuntos, la totalidad de elementos que debe reunir un altar del Día de Muertos en Tabasco, según la investigación realizada por la cronista de la ciudad de Villahermosa, doña Gabriela Gutiérrez Lomasto de González, son los siguientes:



El altar debe de constar de tres planos, con cielo, una especie de techo que significa estar bajo la protección de Dios; debe tener su palia; un crucifijo, que significa la muerte del hijo de Dios en la tierra; una cruz negra que simboliza duelo; palmas que aluden al Domingo de Ramos; imágenes religiosas, como la virgen del Carmen, el señor de Tila, san Martín Caballero y el santo de la devoción del finado a quien se le hace la ofrenda; una fotografía de él o de los familiares de quienes hacen la ofrenda.


Un Rosario, símbolo de la plegaria cristiana; un escapulario, que simboliza protección; un sahumerio, cuyo humo simboliza una ofrenda espiritual; un recipiente con agua limpia, para mitigar la sed de las ánimas; sal que significa la purificación; tierra, la que debe estar presente en cualquier forma y significa el cobijo definitivo; adornos de papel de china en colores blanco y morado; flores naturales o de papel en colores amarillo, rojo y blanco. Flores naturales rojas como tulipán, bandera, mano de león, etcétera que significa el amor; flores blancas como gardenias, azucena. Copo de nieve, blancas mariposas etcétera que simboliza el perdón; flores amarillas de cempoal, símbolos de luz.


También son importantes los objetos personales del o los difuntos; albahaca para ahuyentar los malos espíritus; nueve velas de sebo, que representan a los nueve señores de la noche y a los nueve misterios del Rosario; una vela para el ánima sola, para los que no tiene quien rece por ellos; bases naturales para colocar las velas (naranjas o tallos de mata de plátano), racimos de guayapul, yagual o canastos para colocar las frutas o los granos de la ofrenda, una coronita con flores multicolores, en honor de los niños difuntos; hachón de parafina que representa la luz perpetua; un petate enrollado en el piso que representa la mortaja, cobijo, aposento, descanso del pobre; una silla o cojín frente al altar; frutas, verduras, dulces y bebidas de la región o del gusto del difunto, quien se cree ese día podrá degustarlos.

La religión cristiana, con la fuerza de la espada y la cruz, logró con el tiempo fusionar lo mágico indígena con el ritual cristiano, haciendo que aquellos fingieran adorar las imágenes extranjeras y tras de aquellos símbolos siguieran adorando a sus dioses.



La creencia de ambos en cuanto a una vida posterior a la muerte consiguió que ambas culturas caminaran juntas, por lo que hoy ritos prehispánicos y cristianos no afectan a la religión del pueblo mexicano actual. Así pudimos ver, en los altares levantados por el día de muertos, la cruz nazarena, las imágenes de santos europeos y los rezos cristianos, aunados al olor de la flor de muertos y la albahaca, al racimo de guayapul y la presencia de las nueve velas de cebo para iluminar a los nueve señores de la noche que guardan apostados en los nueve senderos del Mictlán o región de los muertos, pues la gloria, el purgatorio y el infierno no existían en la creencia de nuestros ancestros.

En Tabasco el mes de noviembre es llamado también Mes de las Ánimas, por el hecho de que a lo largo de sus treinta días se organizan rezos familiares para rogar por el descanso eterno de sus difuntos. Como era de rigor antiguamente repartir tamales a quienes asistían a dichos rezos, el ingenio popular le llamó también a noviembre Mes de los Tamales.



Este artículo fue tomado del libro: Tabasco, la mejor tierra que el sol alumbra, del insigne escritor tabasqueño Jorge Priego Martínez.


Si algo sobró de la ofrenda ¡Buen provecho! …y ahora como postrecillo escuchemos esta leyenda. ¿Será que podrán?



 

    ¡Entren a lo barrido y escuchen la leyenda! 


 CRÉDITOS DEL AUDIO
Guion Y Realización: Juan Manuel Guzmán, Para Radio UJAT 107.3 F.M. De La Universidad Juárez Autónoma De Tabasco.